6 de Septiembre

Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe


La leyenda, conocida ciertamente en el siglo XVI pretende remontar los orígenes de esta advocación orígenes al evangelista San Lucas. Quien, antes de morir María, habría tallado varias copias tomándola como modelo. Tanta devoción tuvo a una de ellas, que quiso fuese enterrada con él en su sepulcro de Acaya (Asia Menor).

Cuando a mediados del siglo IV se hallaron los restos de este evangelista, también apareció la imagen de la Señora. Y fueron trasladados a Bizancio.

Pronto el icono de María gozó de gran devoción, pues a su intercesión se debió un prodigio operado con motivo de un terremoto que azotó la ciudad, por el año 446.

Un siglo más tarde se encontraron en Bizancio el cardenal Gregorio, enviado por el papa Pelagio II como nuncio apostólico ante el emperador, y San Leandro, arzobispo de Sevilla que había acudido a la capital del Imperio de parte de su rey San Hermenegildo para solicitar ayuda contra los moros. Gregorio y Leandro quedaron unidos por profunda amistad. Corría del año 581.

Durante su estancia en Bizancio murió el emperador Tiberio II, sucediéndole Mauricio – año 582 -, que amaba grandemente a Gregorio. Al ser éste llamado a Roma por el papa, el emperador le regaló entre otras cosas la milagrosa imagen, la cabeza de San Lucas y un brazo de San Andrés.

Elevado Gregorio al solio pontificio en el año 590, puso la devota imagen en su oratorio privado; y sacándola en procesión con motivo de una cruel pestilencia que asoló a la Ciudad Eterna, vieron los romanos con asombro cómo la peste se calmaba al aparecer un ángel sobre el pueblo, a la altura de un castillo – desde entonces denominado de Sant Angelo -, limpiando sangre de una espada, mientras un coro de espíritus celestiales entonaba el “Regina Coeli laetare, alleluia”, a lo que el papa, conmovido, añadió: “Ora pro nobis Deum, alleluia”.

El papa Gregorio mandó la imagen milagrosa a su amigo San Leandro, con ocasión de hallarse en la Ciudad Eterna su hermano San Isidoro. Yendo en el navío de aquellos que llevaban este regalo que San Gregorio enviaba a San Leandro, hubo una gran tempestad en el mar. Uno de los clérigos, movido con fe y devoción sacó la dicha imagen de Nuestra Señora Santa María y suplicáronle con mucha humildad y devoción que de tan gran peligro los quisiese librar. Después de calmar una tempestad en el mar, llegó la Virgen al puerto de Sevilla, donde San Leandro la recibió con todo el pueblo.

El santo arzobispo la colocó en su iglesia principal, y aquí recibió ferviente culto hasta la invasión musulmana. Para librarla de la profanación, fue sacada de Sevilla por unos piadosos clérigos con otras reliquias, y escondida junto al rio Guadalupe en la sierra de las Villuercas, permaneciendo enterrada hasta su descubrimiento.


El Hallazgo

Sucedió, según cuenta el hecho una sencilla leyenda rimada, allá mediado el siglo XIII. Nos hallamos en una región agreste, corazón de Extremadura, en los repliegues de los montes de Toledo vecinos al pico de las Villuercas, en la aldea de Alía. Un pastor de nombre Gil Cordero, recontando el ganado a la hora del encierro, echó de menos una vaca. Partió a buscarla. Internose por aquellos montes, robledales bravíos, buenos para la caza de osos en verano al decir del libro de La Montería, hasta llegar a un riachuelo de arábigo nombre, el Guadalupejo (río escondido). Remontole. A la derecha, desviándose de su curso y siguiendo probablemente los restos de una calzada romana, encontró, luego de pasados tres días, la vaca, muerta pero intacta, respetada por las fieras. Sacó de la vaina un cuchillo de monte y se dispuso a desollarla. Comenzó, según costumbre, haciéndole en el pecho dos incisiones en forma de cruz. Y entonces…

El pastor vio a la Señora. La Señora Santa María le dijo: Ve a comunicar a los clérigos de Cáceres que en el sitio donde yace tu vaca hay enterrada una gloriosa imagen mía. Quiero la desentierren, le erijan una capilla y le tributen el culto debido, porque mediante ella yo derramaré misericordias. Vendrán gentes de todas las tierras y haré innumerables milagros. Que se dé a todos cuantos vengan a visitarme comida y hospedaje gratuitos. Y será edificado un pueblo.

Desaparecida la visión y preso de la emoción consiguiente, contempló el pastor con asombro que la vaca, resucitada, pacía quieta a la sombra de un roble, conservando entre las patas delanteras una cicatriz en forma de cruz.

Partió para Cáceres y al llegar a casa encontró a su mujer hecha un mar de lágrimas, pues un hijo suyo acababa de morir. El, después de consolarla, la invitó con fe a confiar en la Señora Santa María de Guadalupe, que se le había aparecido, y le suplicó resucitase a su hijo al que había prometido como servidor perpetuo de su Casa. “En esa hora se levantó el mozo vivo y sano, y dijo a su padre: Señor padre, aguisad y vamos para Santa María de Guadalupe”.

Marchó a la ciudad. Con ello consiguió persuadir a los clérigos, que se encaminaron en algún número al lugar del prodigio. Las autoridades Eclesiales encontraron la entrada hacia una cueva subterránea y además, la imagen con los documentos. A pesar de haber estado enterrada por 600 años, la imagen de madera oriental fue examinada y se pudo constatar que se hallaba en perfectas condiciones.

DESCRIPCIÓN

La imagen española de la “Guadalupe” es una antigua talla de madera de cedro y policromada, una escultura románica revestida por ricos mantos de precioso brocado que le confieren una forma triangular muy del gusto de la época. Su apariencia es muy diferente al lienzo del Tepeyac, no sólo por sus rasgos ibérico-bizantinos, sino además porque lleva al Niño Jesús en su brazo izquierdo; un cetro real en su mano derecha y una gran corona de oro sobre su cabeza.

Mide la talla de Nuestra Señora, 59 cms de alto y pesa 3.975 gramos. Pertenece al grupo de Vírgenes Negras de la Europa Occidental del siglo XII.

8 de septiembre

Festividad de la Natividad de María


La Iglesia recuerda el día del nacimiento de la Virgen María cada 8 de setiembre. El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazareth como cuna de María.

La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI. Fue fijada el 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición, en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor.


12 de septiembre

Festividad del Dulce Nombre de María


Toda celebración festiva alude a otras siguientes o a cualquier otra festividad anterior. Cuatro días después de celebrar la Natividad de la Virgen, el pasado día 8 de septiembre, hoy se celebra el Dulce Nombre de María. El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad.

Fue instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la Iglesia, le den gracias por su Omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María. Los orígenes conocidos de este día mariano por excelencia, nos lleva a comienzos del siglo XVI, y además en nuestra tierra española, lugar de María y de Títulos en honor de Ella, como siempre han destacado los Papas.

Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la Iglesia de Occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia. En ella los cristianos pidieron que los atacantes no les hiciesen daño y se desató una inmensa lluvia que impidió el uso efectivo de las armas de fuego.

Hay quien piensa que esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513, aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir es que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María.

15 de setiembre

Festividad de Nuestra Señora de los Dolores


Cada 15 de septiembre, un día después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la Iglesia Católica conmemora a Nuestra Señora de los Dolores.

Jesús y María unidos en el dolor salvífico

De muchas maneras, la sucesión de ambas efemérides constituye una invitación a meditar en torno al misterio del dolor que unió las vidas de Jesús y de María, para redención del género humano. Meditar en los dolores de nuestra Madre nos ayuda a comprender mejor los dolores de Cristo, a acercarnos más a su Santísimo Corazón, y a dejarnos transformar por el amor sacrificial.

La devoción a la Virgen de los Dolores -también conocida como la Virgen de la Amargura, la Virgen de la Piedad o, simplemente, la "Dolorosa"- viene desde muy antiguo. Esta puede remontarse incluso hasta los orígenes de la Iglesia, allí cuando los cristianos recordaban los dolores de Cristo, siempre asociados a los de su Madre María.

Sin embargo, es necesario precisar que la advocación de Nuestra Señora de los Dolores (Mater Dolorosa) cobra forma e impulso recién a finales del siglo XI. Décadas después, hacia 1239, en la diócesis de Florencia, los servitas (Orden de frailes Siervos de María) fueron los primeros en destinar un día especial para conmemorar a la Virgen en su dolor.


24 de setiembre

Festividad de Nuestra Señora de la Merced



 Cada 24 de septiembre se celebra a la Virgen María bajo la advocación de la Virgen de la Merced, o Virgen de las Mercedes.

El nombre de esta advocación mariana evoca la misericordia infinita de Dios, que nos ha dejado en la persona de María a una auténtica madre, un seguro canal de gracia y una cabal intercesora. No es casualidad que "merced" signifique "misericordia", "dádiva", "gracia" y, simultáneamente, "perdón".

Los orígenes de esta advocación se remontan al siglo XIII, cuando la Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco (1180-1256) para animarlo a la tarea de liberar a los cristianos que habían caído prisioneros en manos de los musulmanes.

Era muy común en aquel tiempo que los llamados "moros" saqueen los pueblos costeros del Mediterráneo para llevarse prisioneros en calidad de esclavos. Generalmente, las víctimas eran cristianos a los que se les trasladaba al norte de África. Allí eran sometidos a trabajos forzados, prisión y maltratos. Sometidos a tan horrenda condición, la mayoría terminaba perdiendo la fe, creyendo que Dios los había abandonado.


27 de septiembre

Festividad de San Vicente de Paúl


Cada 27 de septiembre la Iglesia Católica celebra a San Vicente de Paúl, sacerdote francés, pionero de las obras sociales católicas de los tiempos modernos y, fundamentalmente, un ejemplo de caridad inagotable.

Profesó una devoción muy grande a la Virgen María, a quien consideraba inspiración y protectora de su obra: "Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo" (San Vicente de Paúl)

San Vicente de Paúl es el patrono de las obras de caridad. Entre otras cosas fue el fundador de la Congregación de la Misión, llamados vicentinos, y de las Hijas de la Caridad, más conocidas como vicentinas. Sin duda, este santo fue una de las figuras más representativas del catolicismo francés del siglo XVII.

Vicente de Paúl de Moras nació en Francia en 1581, en el seno de una familia de campesinos. Dos localidades se disputan aún hoy el lugar de su nacimiento: la aldea de Pouy, que, desde el siglo XIX, se llama Saint-Vincent-de-Paul en su honor; y Tamarite de Litera, donde nacieron sus padres.

De adolescente fue enviado al colegio de los franciscanos en la próspera ciudad de Dax, donde se entregó de lleno a los estudios. Allí también, años después, recibiría la tonsura y las órdenes menores, para luego ingresar a la universidad de Toulouse, donde estudiaría teología.

27 de septiembre

Jornada Mundial del Turismo

“Turismo y transformación sostenible”

Con motivo de la 46ª Jornada Mundial del Turismo el Dicasterio para la Evangelización hizo público un mensaje donde abarca las cuestiones claves que dirigen la labor evangelizadora a nivel mundial.


La Jornada Mundial del Turismo es acogida bajo el lema de “turismo y transformación sostenible”, una relación que invita al mundo a proteger la Casa Común, y que haya su fundamento en la encíclica del Papa Francisco, “Laudato Si’, en la cual urge al ser humano a unirse en pro de “la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”.


En tal sentido, comprender que el turismo resulta “una oportunidad de crecimiento, encuentro y conocimiento mutuo”, se erige como una perspectiva sobre la cual, el pro-prefecto del Dicasterio, el arzobispo Fisichella, enfatiza que “enriquece las relaciones entre los pueblos, la experiencia del viaje” y, asimismo, fortalece el llamado a cuidar el planeta.

Bajo este contexto, el Dicasterio hace un llamado a los operadores turísticos, a fin de que adopten una visión alineada a la transformación sostenible, a la vez en que los viajeros deben adoptar una conciencia del cuidado y respeto por el medio ambiente.

 

“La preocupación y el cuidado por la creación requieren, por tanto, responsabilidad personal y colectiva, para que nada se pierda de lo que hemos recibido.”

 

Juntos, en la creación

La unidad, ante todo, representa uno de los principales aspectos a destacar por el Dicasterio, el cual considera que “emprender un viaje estimula a desarrollar una visión más amplia de la realidad; favorece la contemplación de la belleza natural y artística presente en cada rincón del mundo”; esta realidad, impulsa las relaciones interculturales entre las personas y, edifica así, un ambiente de empatía, solidaridad y respeto entre los pueblos.

Del mismo modo, la invitación consiste a estrechar los lazos entre las diversas culturas, mientras, como testigos de amor, se crea un compromiso con la protección de los ecosistemas, a través del entendimiento de que la naturaleza no es propiedad del ser humano y, por tanto, debe comprenderse como “un bien que nos ha sido dado y, como tal, requiere respeto y protección”.

 

El Año Santo de la Esperanza

Frente al Jubileo 2025, que atrae a millones de personas al corazón de la Iglesia en Roma, el pro-prefecto Fisichella reafirma el compromiso de los cristianos de “velar atentamente” para que los Santuarios “permanezcan como espacios sagrados de auténtica espiritualidad”; a su vez, insta a las comunidades parroquiales a acoger y abrirse a las exigencias de “un estilo sostenible, contribuyendo a preparar un porvenir prometedor para las jóvenes generaciones”.

La comunidad cristiana, partícipe de forma especial este año en el turismo, debe salvaguardar la creación para llegar, así, a la meta de “asumir esa ‘deuda ecológica’ que involucra a toda la humanidad”.

Por tal motivo, Roma será la ciudad que acogerá desde el 16 al 19 de octubre el IX Congreso Mundial de la Pastoral del Turismo, el cual “será una ocasión importante para reflexionar juntos sobre […] el compromiso que la Iglesia desea asumir, para que también el turismo pueda desarrollarse como instrumento de evangelización y promoción humana”.



 

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